"TEORÍA Y PRÁCTICA DE LAS TÁCTICAS DE INFANTERÍA EN BATALLA DURANTE LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA"

 por Francisco Ronco

 

El presente trabajo pretende ser una breve presentación y análisis de la manera en que la infantería, del período en el que se desarrolló la Guerra de Sucesión Española, se preparaba para combatir y combatía. A partir del estudio de Ordenanzas, Memorias publicadas, así como de monografías y estudios recientes, es posible hacerse una idea bastante aproximada de cómo se pretendía que la infantería combatiese y de cómo llegaba luego a hacerlo en el campo de batalla.

Mi pretensión es explicar, brevemente, los diferentes enfoques que había a la hora de afrontar el combate de infantería. Y, sobre todo, dar una imagen visual y lo más vívida posible de lo que sería la experiencia de poner en práctica, en la batalla, lo aprendido en la instrucción y los manuales. Para ello me serviré de ejemplos extraídos de casos reales, haciendo especial uso de testimonios referentes a la batalla de Almansa que tuvo lugar en nuestro suelo el 25 de Abril de 1707(1).

La táctica es el terreno de los pequeños movimientos, de las acciones encadenadas donde realmente se resuelven y deciden los combates. La táctica, tal y como yo estoy usando aquí esta palabra, implica siempre a las unidades de combate de menor tamaño capaces de realizar acciones independientes. En la época que nos ocupa la unidad táctica de infantería era el batallón. Subdividido, según variedades nacionales y de regulaciones vigentes, en diverso número de pelotones que formaban la articulación de la unidad en combate. Constituyendo la compañía una subdivisión puramente administrativa sin función táctica alguna(2) .

Fruto de la experiencia de la guerra peculiar a cada ejército y nación surge una "doctrina" que se pone de manifiesto en una serie de ordenanzas y regulaciones. De este modo, sus autores intentarán anticipar y dar respuesta a los problemas que los comandantes tendrán luego que resolver en el transcurso del combate. Confrontada con la dura realidad del campo de batalla, a menudo surgían incongruencias entre el adiestramiento recibido en el campo de maniobras y lo que después se podía o debía hacer para salir exitoso de los combates. La Guerra de Sucesión Española se enmarca en un período en el que la guerra, su conducción y, sobre todo, la táctica tienen mucho de arte, de experiencia acumulada, en definitiva, de oficio; no es de extrañar pues que, entre la teoría y la práctica militar hubiera a menudo una gran distancia. Esto explica igualmente uno de los fenómenos que más nos puede llamar la atención hoy día: el que ni siquiera dentro de un mismo ejército se diera una uniformidad en el entrenamiento de las tropas. Siendo como eran los coroneles, en la mayoría de los casos, propietarios de los regimientos y responsables de su adiestramiento, es lógico suponer que dicha preparación estaría íntimamente conectada con los gustos y preferencias del coronel en cuestión (3).

Hacer que los hombres avancen unos hacia otros y se dispongan a obedecer órdenes en el cierto y probable riesgo de ser heridos o morir no debía ser una tarea fácil. Mantener las unidades íntegras y hacer que sirviesen para cumplir su papel en el conjunto de la batalla tuvo que ser, en numerosas ocasiones una tarea titánica y las más de las veces imposible. De ahí que el entrenamiento antes del combate tuviese un papel muy importante - junto a la disciplina impuesta por oficiales y suboficiales- en el resultado de los combates. Una unidad bien adiestrada tenía posibilidades en el campo de batalla, una mediocremente reclutada y preparada bien pocas. Aún más, dado que había muchos "trucos" y "técnicas" que sólo se aprendían en el propio combate, y dado que las sensaciones del propio combate no se reproducían fuera de él, toda unidad no fogueada se encontraba siempre en una cierta inferioridad frente a una unidad veterana y con experiencia previa del combate. El peso que unidades veteranas tenían en los combates de la época se veía así reforzado por el hecho de "haber estado ya allí"; saber qué se podía hacer y qué no en el campo de batalla y saber cuándo tocaba hacer algo y cuándo no.

Realmente los autores de regulaciones y manuales tenían que tener todos estos factores en mente cuando se ponían manos a la obra de establecer un procedimiento para hacer que los hombres hiciesen algo terrible e impensable: afrontar y superar el miedo a ser herido o morir y, a la vez, vencer en un combate. De hecho son varios los problemas tácticos que constriñen el uso de las unidades de la época, presentándose luego de forma variada y multiforme en el combate real. Lo primero a tener en cuenta deriva del armamento de la época. Es justo en este momento cuando se generaliza el uso del mosquete de chispa y la bayoneta de aro, que permite seguir disparando el mosquete aún después de colocada, eliminándose la necesidad tradicional de distinguir entre piqueros y mosqueteros (4).. La infantería pues porta mosquetes de ánima lisa y un solo disparo con un alcance efectivo de menos de 70 metros; para intentar aprovechar al máximo la potencia de fuego, los batallones despliegan a sus soldados en largas hileras sucesivas (3-4 ó 5 según naciones y necesidades reales).

El primer problema, por tanto, consistía en cómo alimentar un fuego sostenido y, simultáneamente, mantener una reserva de fuego permanente para hacer frente a cualquier contingencia. Piénsese que el soldado confía en su arma y en lo que le han enseñado que se puede y debe hacer con ella. Un arma de un sólo tiro sólo proporciona confianza cargada y el momento de la descarga es el de mayor debilidad psicológica para el que la porta. Cualquier imprevisto que pusiera a un batallón en peligro en el preciso momento en que se están recargando las armas, es decir, sin disponer de una reserva, tendría consecuencias desastrosas, como fue el caso en numerosas ocasiones. De ahí la progresiva difusión del "fuego holandés" (6). - popularizado entre prusianos, británicos y holandeses en este comienzo de siglo con el nombre de "fuego por pelotones" (7).- , que consistía en hacer fuego con diversos pelotones del batallón, pero que retenía siempre un tercio de los efectivos con el arma cargada y listo para reaccionar ante cualquier eventualidad. De igual manera el "fuego por pelotones" permitía hacer un fuego continuo al batallón ya que en cada momento había un tercio de hombres disparando, otro recargando y otro listo para disparar (8)..

El segundo problema, relacionado con el anterior, se resumía en la llamada "disciplina de fuego", es decir el impedir que los soldados abran fuego por su cuenta y de forma aislada ya que eso desordena a la unidad y contribuye a disminuir la confianza de los otros soldados del batallón. Sin embargo, la tensión, creciente a medida que las formaciones cierran distancias, impulsa a los soldados atacantes a disparar para detenerse, evitando así el acercarse más a la línea enemiga y al mortífero fuego a corta distancia; paralelamente, los defensores tenderían a disparar en cuanto el enemigo estuviera a tiro para tratar de detener su avance y reducir de esa forma la ansiedad de ver avanzar a la formación enemiga directamente hacia uno (9)..

Junto a éstos un tercer problema es el del orden de la formación. Mover una unidad formada por 3-4 ó 5 hileras de más de un centenar de metros de largas y separadas entre sí por 2-3 metros no debía ser nada sencillo manteniendo el alineamiento y la disciplina. El movimiento a paso lento y las continuas paradas para realinear a los soldados eran la norma antes de la adopción universal del paso cadenciado. Además, la pólvora usada entonces tendía a crear densas nubes de humo azulado que permanecían a ras de suelo. Después de las primeras descargas se haría prácticamente imposible ver u oír con claridad. Tenemos, por tanto, otro motivo más para retardar el fuego hasta que de verdad el enemigo estuviese a una distancia en la que se le pudiera hacer daño. Por todo esto atacar - en definitiva, mover - era algo que requería tiempo y necesitaba que las tropas estuvieran acostumbradas a hacerlo, para evitar que se convirtiese en un desordenado avance seguido de una precipitada derrota (10)..

En la conjunción de los problemas segundo y tercero hemos de referir la práctica francesa, sueca y de sus respectivos aliados del ataque "à prest". En dicha manera de atacar se priorizaba el orden y la firmeza sobre el uso del fuego. Una práctica proveniente de la época de los mosquetes de mecha y que aún dará resultados en la Guerra de Sucesión Española: avanzar hacia el enemigo sin hacer fuego, los mosquetes al hombro &emdash;incluso descargados para evitar tentaciones-, y demostrar una resolución que desalojase por sí misma al enemigo de sus posiciones. En ocasiones se realizaba una sola andanada de todo el batallón a cortísima distancia antes de lanzarse espada en mano hacia el enemigo. Esta práctica se basaba en la observación de que la primera andanada es la realmente efectiva y la idea &emdash;probablemente apoyada por la experiencia en numerosas ocasiones- de que sólo una o a lo sumo dos descargas eran posibles en el tiempo en que un adversario resuelto recorría la distancia que lo separaba de las propias filas. De ahí que el fuego fuera el instrumento táctico a la defensiva y el avance ordenado el que se usaba en esos ejércitos a la ofensiva. De esta manera se delinean dos modos diferentes de afrontar el combate de infantería. Frente al modo francés y sueco los usuarios habituales del fuego por pelotones entendían y practicaban el combate de infantería como una sucesión de descargas controladas de mosquetería a distancias cada vez más cortas y encaminadas a erosionar la voluntad de seguir combatiendo del defensor y desalojarlo de sus posiciones. El avance en este caso sería más lento y apoyaría el éxito del ataque en el volumen y disciplina de fuego en vez de hacerlo en la rapidez y resolución (11)..

El cuarto problema tenía que ver con los flancos abiertos e indefendibles que presentaban las formaciones en uso; la solución más adoptada fue colocar unos batallones al lado de otros para darse apoyo mutuo y evitar ataques de flanco por parte del enemigo. De igual manera se haría hincapié en que los batallones colocados tras la primera línea se dispusieran cubriendo los huecos existentes en la primera (12)..

El quinto problema era uno relacionado con la orgánica -prácticamente inexistente en la época- del ejército y la lentitud de sus movimientos. El uso de las tres armas -caballería, infantería y artillería- de forma combinada era prácticamente imposible y muy arriesgado. Lo dificultoso del despliegue de un ejército desde su formación de marcha a la de batalla hacían que rara vez un encuentro general comenzase antes del mediodía; a la vez que volvía tremendamente peligroso desplegar demasiado cerca del enemigo (13)..

Todos estos problemas tuvieron que ser afrontados por los autores de manuales y por oficiales y soldados que tomaron parte en los combates. Teniendo en cuenta los testimonios y la lógica histórica podemos reconstruir y llegar a comprender el ambiente en el que se movieron oficiales y soldados en los combates que libró la infantería durante el período de la Guerra de Sucesión Española. En la práctica se demostró que la flexibilidad dentro de un modelo era la clave para el éxito, una flexibilidad que requería del entrenamiento previo de las tropas pero que debía contar con la experiencia real del combate como fuente de aprendizaje.

 

 

1 Es de reseñar el estupendo estudio realizado sobre la batalla de Almansa por Juan L. Sánchez Martin e ilustrado por Emilio Marin y que viene siendo publicado en la revista Researching and Dragona apareciendo en los nºs 5, 7 y 8, teniendo por título "Almansa 1707: las Lises de la Corona".

2 Cfr David Chandler, The Art of Warfare in the Age of Malborough, Staplehurst, Kent, 1990, pp. 94-98

3 Se puede sacar un ejemplo bastante ilustrativo de ello en el caso comentado por Juan L. Sánchez Martin, "Researching and Dragona" nº8 pp. 89-90, sobre las diferentes reacciones de tres batallones portugueses del ala derecha del ejército austracista ante el ataque de flanco que le realizó la caballería francesa:

"Pero los tercios no acompasaron la marcha del trozo y cargado éste de flanco por los dragones de Coutebonne y Bouville fue deshecho. A mitad de la pendiente, los tercios portugueses fueron tomados de flanco por la caballería francesa. El de Manoel Leitao, que cayó herido y quedó prisionero, se defendió con valor. El de Jorge de Azevedo se perdió estúpidamente. Su Sargento Mayor ordenó una descarga cerrada sobre los jinetes de Vignau, largándola toda a la vez y con poco efecto; agotada su reserva de fuego, desarmado y sin tiempo de embutir sus bayonetas, fue "hecho picadillo". El de Nicolao de Tovar dio la espalda al enemigo, tratando de ganar la seguridad de su línea, pero muchos perecieron acuchillados por la retaguardia. El maestro de campo fue de los pocos que consiguió llegar, acogido en el Tercio de Couto; pero su hijo, capitán en el mismo tercio, quedó muerto detrás".

Resaltar las diferentes reacciones de los tres batallones ante la misma situación y en la misma acción, síntoma de la falta de unidad en el criterio de actuación de los mandos y del entrenamiento de la tropa.

4 Cfr. David Chandler, op. cit. pp. 75-84.Y Brent Nosworthy, The Anatomy of Victory, New York, Hippocrene Books, 1992, pp. 39-44.

5 Ver figura nº1. Cfr Chandler, op. cit. pp. 92-108 , y Brent Nosworthy, op. cit. pp. 90-94.

6 El propio Duque de Malborough cita el origen de dicho sistema de fuego en una carta que escribe y está citada en la obra citada de David Chandler en la página 116, al preguntar al Secretario de Guerra, William Blathwayt si el Rey deseaba que la infantería británica fuera adiestrada en dicho sistema de fuego, que parecía ser bastante eficaz, según los propios holandeses:

"I desire that you will know the King´s pleasure whether he will have the Regiments of foot learn the Dutch exercise, or else to continue the English, for if he will I must have it translated into English"

7 Ver figura nº2

8 La utilidad de dicho método para mantener una reserva de fuego puede observarse en el siguiente testimonio extraído de la obra de António do Couto Castelo Branco "Comentários de António do Couto Castelo Branco sôbre as campanhas de 1706 e 1707 em Espanha", tal y como está citado por Juan L. Sánchez Martin en "Researching and Dragona" nº8 pp.90-91:

"Nuestra derecha fue marchando hacia la misma derecha, por lo que descubrió el flanco al enemigo. Viendo cuanto era más numeroso en caballería intentó igualarse con él, con pretexto de que te cubriese el flanco, con las tropas de la segunda línea. Como por exceso de marchar para la derecha, se hiciese el claro cada vez mayor en el centro de la línea, destacó el enemigo al Mariscal Mahoni con un, cuerpo de caballería y viniendo por la frente de mi tercio, que estaba con las armas preparadas, no le pareció buen lugar para acometerme; hizo un cuarto de conversión sobre mi derecha, viendo que el claro de la línea le daba buena ocasión para entrar, lo que hizo a voz de "Viva la Casa de Austria"" razón por la que no le tiraron los tercios que estaban a ambos lados del mismo claro. Tanto se creyó esta añazaga que un teniente de Maestre de Campo General me. Vino, a traer orden de que no se tirase a aquel cuerpo, por venirnos pasados del enemigo. No obedecí e hice al contrario, pero entrando ya en la segunda línea, comenzó a ponerla en desorden. Le seguían 3 escuadrones de caballería que dieron frente a mi Tercio. Uno que se quiso mostrar más atrevido intentó acometerme, llegando casi a dar contra mis bayonetas, pero recibiendo fuego de dos pelotones cayeron muertos algunos soldados y caballos entonces hizo un cuarto de conversión sobre mi derecha, de lo que me aproveché para darle más pelotones, causándoles mayor daño. Creyendo que mi tercio había largado todo el fuego, el que le seguía buscó mi retaguardia, pero les dimos otros dos pelotones con el mismo buen suceso que al primero; entonces hizo el mismo movimiento aquel, pero le di más pelotones y cuantos entendí fueron necesarios. El tercer escuadrón, solamente con el desengaño de los otros dos, no hizo más que observarnos algún hasta retirarse".

Cfr. David Chandler, op. cit 114-124. y Brent Nosworthy, op. cit. pp. 55-61 y 108-111.

9 Cfr. Cristopher Duffy, The military experience in the Age of Reason, Ware, Hertfordshire, 1998, pp. 200-214. La tendencia de los soldados al avanzar era "esconderse" detrás del compañero que tuvieran más cerca, de modo que las filas a menudo aumentaban su profundidad y las alas del batallón tendían a "doblarse" hacia el centro. Cfr. Brent Nosworthy, op. cit. pp. 113-119.

10 Cfr. Brent Nosworthy, op. cit. pp. 86-90. Así mismo podemos extraer otro ejemplo de la batalla de Almansa sobre la dificultad de mantener el alineamiento en el avance hacia el enemigo. En este caso sucedió durante el ataque borbónico a la infantería aliada, el flanco derecho borbónico estaba compuesta por los batallones de las Guardias Walonas:

"Cuando las dos líneas se aproximaban una a otra antes de que el fuego comenzara, el General Erle se situó entre los Foot Guards y el batallón de McCartney. Estando con él allí, ví una brava acción de un batallón francés que era del segundo regimiento de su,derecha, pero nunca supe cual era al no conocer sus banderas. Avanzando rápidamente, había ganado mucho terreno sobre su derecha y llegó a unas yardas de nuestra infantería, que tenía órdenes de recibir el fuego enemigo prirnero..,Convirtieron a la izquierda por filas hasta alcanzar igual frente que el regimiento de McCartney. En ese tiempo, todos los soldados iban todavía con los fusiles a la espalda, tomándolos cuando estuvieron en posición al grito de: "Tout a I'heure, messieurs, toute a I'heure". Luego dieron su descarga no por pelotones, sino toda ella y desordenadamente."

Juan L. Sánchez Martin art. Cit. en Researching and Dragona ,nº8, pág. 81.

La maniobra reseñada se realiza porque el batallón se ha desviado hacia su derecha abriendo demasiado la distancia que le separaba del siguiente batallón en la línea y exponiéndose a sí mismo y al resto de la formación a ser cogido de flanco. El recurso usado &endash;cuarto de vuelta en posición por parte de cada soldado y marcha en paralelo a la línea enemiga- indica un buen adiestramiento y veteranía por parte de la tropa y la oficialidad. Igualmente señalar que el avance se hace con el mosquete al hombro y sin disparar hasta que se está a cortísima distancia. Sobre esa táctica ver a continuación la siguiente nota.

11 Este es uno de los temas centrales de discusión y estudio en lo que respecta a las tácticas del período. Al ser un período de evolución y adaptación en el armamento las tácticas reflejan la diversidad de enfoques e ideas que surgieron al respecto. Cfr. Brent Nosworthy, op. cit. pp. 47-63 y 99-113. Son significativos del uso de un y otro enfoque los siguientes testimonios: uno extraído de la obra ya citada de David Chandler , pp. 92-93, y que narra el testimono del Capitán Robert Parker, del Real Regimiento de Irlanda (18º de infantería) en la batalla de Malplaquet en 1709,

"When the army advanced to attack the enemy, we advanced into that part of the wood, which was in our front. We continued marching slowly on, until we came to an open in the wood. It was a small plain, on the opposite side of which we perceived a battalion of the enemy drawn up, a skirt of the wood being in the rear of them. Upon this Colonel Kane, who was then at the head of the Regiment, having drawn us up, and formed our platoons, advanced gently towards them, with the six platoons of our first fire made ready. When we had advanced within a hundred paces of them, they gave us the fire of one of their ranks. whereupon we halted, and returned them the fire of our six platoons at once; and immediately made ready the six platoons of our second fire, and advanced upon them again. They then gave us the fire of another rank, and we returned them a second fire, which made them shrink; however, they gave us the fire of a third rank after a scattering manner, and then retired into the wood in great disorder: on which we sent our third fire after them, and saw them no more. We advanced cautiously up to the ground which they had quitted, and found several of them killed and wounded; among the latter was one Lieutenant O'Sullivan, who told us the battalion we had engaged was the Royal Regiment of Irelánd. Here, therefore, there was a fair trial of skill between the two Royal Regiments of Ireland, one in the British, the other in the French service; for which we met each other upon equal terms, and there was none else to interpose. We had but four men killed and six wounded: and found near forty of them on the spot killed and wounded."

Otros testimomios, extraídos del libro ya citado de Brent Nosworthy, pp. 104-105, versan sobre el ataque "à prest" y sus efectos:

"One prepares the soldiers to not fire, and endure the enemy´s fire considering that an enemy that fires is assuredly beaten when one will have his fire entire. It is good to inject this into the spirit of the soldiers and the sergeants, in order to hold themselves together. "

Extraído de la obra escrita por el Mariscal Catinat y citado en la obra de Jean Lambert Alphonse Colin L´Infanterie Au XVIIIe Siecle: La Tactique, París, 1907, p.25.

"At the Battle of Calciante (April 19th, 1706), Monsieur de Renventlau, who commanded the Imperial army, had ranged his infantry on a plateau and had ordered them to allow the French infantry to approach to twenty paces, hoping to destroy them with a general discharge. His troops executed his orders exactly.

The French with some difficulty climbed the hill which separated them from the Imperials and ranged themselves on a plateau opposite the enemy. They had been ordered not to fire at all. And since Monsieur Vendóme did not care to attack until he had taken a farm which was on his right, the troops remained for a considerable time looking at each other at close range. Finally they received the order to attack.

The Imperialists allowed them to approach to within 20 to 25 paces, raised their arms, and fired with entire coolness and with all possible care. They were broken before the smoke had cleared. There were a great many [Imperialists] killed by point blank fire and bayonet thrusts and the disorder was general."

Extraído de la obra escrita por el Mariscal de Saxe, Mes Reveries, París, 1757, vol. I, pág. 33.

12 Ver figura nº3.

13 Cfr. David Chandler, Marlbourough as a military commander, Staplehurst, Kent, 1989. pp. 86-92. Y Brent Nosworthy, op. cit. pp. 65-90.

 

BIBLIOGRAFÍA

Libros

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"Almansa 1707: Las Lises de la Corona (II)", Researching and Dragona, Vol IV, nº7, 1999, pp. 81-104.

"Almasa 1707: Las Lises de la Corona (III)", Researching and Dragona, Vol IV, nº8, 1999, pp. 67-91

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 por Francisco Ronco